No es suficiente que apenas conozcamos el poder de Dios como una fuerza que nos hace temblar cada servicio del domingo, ni que lo veamos como algo momentáneo que fluye sólo en ciertos momentos específicos.
El poder de Dios y su reino deben estar presentes en nosotros en todo tiempo, por ello hay que conocerlo, vivirlo y hacer que se manifieste para que otros lo conozcan.
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Versículos revisados en el mensaje (RVC):
Efesios 3:14-21 = 14 Por eso yo me arrodillo delante del Padre de nuestro Señor Jesucristo, 15 de quien recibe su nombre toda familia en los cielos y en la tierra, 16 para que por su Espíritu, y conforme a las riquezas de su gloria, los fortalezca interiormente con poder; 17 para que por la fe Cristo habite en sus corazones, y para que, arraigados y cimentados en amor, 18 sean ustedes plenamente capaces de comprender, con todos los santos, cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura del amor de Cristo; 19 en fin, que conozcan ese amor, que excede a todo conocimiento, para que sean llenos de toda la plenitud de Dios.
20 Y a Aquel que es poderoso para hacer que todas las cosas excedan a lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, 21 a él sea dada la gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén.
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